Más de un ministro le enmendó la plana al ministro José Arista, incidiendo en que este sí es un gobierno fuerte. Pero, en privado, un funcionario se atrevió a matizar. “En un análisis FODA, a veces las aparentes debilidades terminan siendo fortalezas, sobre todo a la hora de incluir las amenazas y las oportunidades. Y viceversa”. Un comentario que puede leerse desde la perspectiva histórica. Porque, cuando el gobierno de Pedro Castillo tenía secuestrado al Congreso a través de sus ‘Niños’, todos los ataques iban hacia él. Hoy que no está Castillo; el Parlamento que centraliza la creciente impopularidad pide a gritos un enemigo con quien polarizar. En ese sentido, es cierto: a veces no rivalizar con el Congreso puede ser una oportunidad.

Y así como a veces la debilidad es la fortaleza, a veces la derecha parece la izquierda. Y viceversa.

EL ENROQUE

En un irónico giro de los acontecimientos, es ahora la derecha congresal la que ha instaurado una agenda populista. Una que va desde el séptimo retiro de las AFPs hasta el desembolso del 100% de la CTS, pasando por la derogación de la norma que frenaba la minería ilegal, la ley de deforestación ilegal, el regreso de profesores no evaluados al magisterio y la ley que formaliza los taxis colectivos.

Una mención aparte merece la disposición de que los médicos puedan entrar al SERUMS (Servicio Rural y Urbano Marginal) sin la necesidad de aprobar el examen nacional. Si bien fue una resolución ministerial, esta se hizo a solicitud del congresista del Bloque Magisterial, Edgar Tello.

Si el gobierno de Dina Boluarte giró a la derecha, el Congreso parece haberse corrido a la izquierda. ¿Cómo explicar este súbito enroque? Analizando el pragmatismo de la correlación de fuerzas. Tal vez no es que el Congreso sea estatista y busque contentar a los gremios zurdos de médicos, profesores y colectiveros. Quizás es una expresión del populismo de derecha tan de moda, el nuevo nacionalismo, ese otro fantasma que recorre Europa. Es el signo de los tiempos.

Y a ese combo populista de leyes movidas por APP, AP, Renovación Popular y Somos Perú habría que sumarle la aventura farmacéutica de Fuerza Popular y Podemos con los genéricos. Y el ímpetu del alcalde de Lima frente a los cuestionados contratos y los posteriores arbitrajes.

¿Por qué los parlamentarios de los partidos de derecha han decidido entregarse con los brazos abiertos al populismo? Un asesor del Congreso sugiere que es una medida preventiva. “Mejor ser un poco populista ahora que ser muy populista en 2026″, explica. Ceder para no perder. Abrir las esclusas para que baje la presión social y el agua discurra, quitándole votos al futuro radical que ya se vislumbra en el horizonte electoral.

Por supuesto, estos son solo buenos deseos y pesca electoral de votos. Todo gesto populista convoca a otro desde la otra orilla. Y la represa bien podría rebalsarse de igual forma en unos años. Sobre todo si esta ola populista incluye subirse el sueldo de congresista.

Un populismo impopular. He ahí un neologismo para las ciencias políticas.

LA OTRA IZQUIERDA

Así como los parlamentarios ratifican que son de derecha, la presidenta confirma que es de izquierda, aunque para muchos no le parezca. De forma análoga, Dina Boluarte ha confirmado lo que muchos temían y otros intuían: que ella se considera de izquierda. “Me caracterizo como una mujer provinciana de izquierda, pero de esa izquierda progresista y moderada”, advirtió.

No es la primera vez que Boluarte busca instaurar un nuevo concepto de izquierda. Tanto ella como su hermano Nicanor y su hermana René afirman haber colaborado con la campaña de Alfonso Barrantes. Y su socio en el gobierno, el ‘padre de la patria’ César Acuña, fue también candidato con la Izquierda Socialista. ‘Frejolito’ fue uno de los pocos socialistas que tomó distancia de Sendero Luminoso desde el inicio, a diferencia de los ‘zorros’ y sobre todo los ‘libios’ del PUM. Pero la izquierda más radical le hizo la ‘camita’ a Barrantes, tanto por su exmilitancia aprista y su cercanía con Alan García como por la propia tendencia a la mitosis de la izquierda. Y ese fue el fin del oxímoron de la Izquierda Unida.

Boluarte, por cierto, también tiene raíces apristas por el lado de su padre. No fue casual la mención de Boluarte a Víctor Raúl Haya de la Torre en la ceremonia por el Día del Trabajo.

“(Soy de una izquierda) que quiere el desarrollo de su país, que busca la igualdad y equidad con justicia social”, explicó la presidenta. “No soy de esa izquierda radical, recalcitrante que quiere mirar para torpedear la democracia”, agregó la presidenta. “Tenemos que trabajar con la inversión privada”, dijo. “Si seguimos con el caos, generamos para afuera una inseguridad jurídica (...) y no van a venir las inversiones, y si no vienen los inversionistas a Perú, ¿de dónde el Estado va a sacar el dinero para atender todas las demandas insatisfechas?”, acotó.

Boluarte busca posicionar la idea de una nueva izquierda. Democrática, moderna, promercado. Una intención que llenaría un vacío en el espectro político actual. Pero un concepto difícil de comunicar a la vez que se intenta gobernar, sobre todo en estos tiempos polarizados que no creen en ‘terceras vías’, heterodoxias ni sutilezas de ese tipo. Un concepto poderoso que termina siendo débil.

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