Este año Fiorella De Ferrari preside el CADE Educación 2024, que se inicia hoy. La también fundadora del grupo educativo Transforma ahonda en los desafíos para alcanzar una enseñanza y aprendizaje de calidad mediante la cultura del bienestar.
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El lema de este CADE es “Educación para el bienestar”. Si en el Perú el nivel de calidad de la oferta educativa es desigual, ¿cómo afecta esta realidad al bienestar de las familias peruanas?
La calidad y el bienestar son un binomio inseparable. No podemos hablar de educación de calidad si en el centro no ponemos el bienestar. Sabemos que las instituciones educativas que cuentan con una cultura sólida de bienestar incrementan el rendimiento académico de sus estudiantes, así como la motivación y compromiso con el aprendizaje. Además, disminuyen indicadores como la violencia y el acoso escolar, la ansiedad y el estrés académico. Una fuerte cultura de bienestar es un espacio formativo en sí mismo, porque los estudiantes y maestros despliegan y amplían sus habilidades sociales, emocionales, intelectuales y adaptativas, las cuales les permiten autogestionar su propio bienestar y contribuir al de otros.
¿Cuáles son las consecuencias en los estudiantes de las escuelas que no tienen una cultura sólida de bienestar?
Una escuela que no cuenta con las condiciones fundamentales asociadas a calidad, usualmente no cumple con haber fomentado una cultura de bienestar que atienda la multidimensionalidad del desarrollo de sus estudiantes. Esta va a tender al fracaso, si no atiende el bienestar físico, socioemocional e intelectual de sus estudiantes. Los niños pasan muchas horas con nosotros en las escuelas, no podemos evadir esta responsabilidad. El desempeño académico no puede aislarse y operar sin contemplar las diversas dimensiones de la vida que interactúan con el aprendizaje. La escuela de calidad es una que opera escuchando y respondiendo a las necesidades de sus estudiantes, a su realidad y condiciones.
Que los estudiantes de cuarto grado de primaria no hayan alcanzado los objetivos esperados en lectura, ¿está asociado con la falta de una cultura de bienestar?
Sin duda, hay muchos factores que influyen en estos resultados. Sin embargo, me atrevo a explicar uno de ellos. La lectoescritura, como sistema cultural, se desarrolla en el ámbito del intercambio, las relaciones y la comunicación. Es decir, para aprender a leer y escribir, y disfrutar de hacerlo, necesitamos niños muy motivados y rodeados de adultos con el deseo de exponerlos a modos afectuosos de acercarse al sistema escrito. El mundo de la comunicación y las relaciones, acompañado de una serie de estrategias, es lo que sostiene el aprendizaje de la lectoescritura. Ahí el profesor y su relación apasionante con la lectura y escritura es clave. Todo esto se construye dentro de una cultura de bienestar.
El bajo rendimiento de los estudiantes en matemáticas podría mejorar si nos enfocamos en esta cultura…
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Hay muchas cosas que se pueden hacer y muchos factores que influyen. Me atrevo a compartir lo que encuentro urgente de abordar. La comprensión profunda de algo requiere de un espacio estimulante, pero calmo, donde exista tiempo para ahondar, manipular los conceptos, ensayar estrategias. Esto se tiene que hacer en un ambiente de tranquilidad donde el error sea valorado. Una cultura de bienestar asume el error como parte del proceso de aprender, porque entiende que nos da la oportunidad de seguir indagando y desarrollar nuevas estrategias para enfrentar los problemas. Un error frecuente en las matemáticas es no dar el tiempo para la construcción de los conceptos. La tendencia es a ofrecer el modelo inmediatamente, desconfiando de la capacidad analítica y creativa de los estudiantes.
¿Cómo se puede corregir ello?
Podemos lograr que las matemáticas sean un tiempo de disfrute si la cultura de aprendizaje es la correcta. Además, puede ser una oportunidad para que los estudiantes desarrollen habilidades fundamentales asociadas a su bienestar, como la resolución de problemas a través de la persistencia, el pensamiento crítico, la colaboración y la creatividad. Las matemáticas continuarán siendo el “malo de la película” si no cambiamos la aproximación a ellas.
¿Cómo se pueden abordar estos problemas desde la política pública?
Necesitamos asegurarnos de que todas las escuelas implementen una política de bienestar y trabajen continuamente para sostenerla. Contar con un sistema de evaluación del bienestar, y para ello es fundamental disponer de indicadores claros. Nos serviría de termómetro y nos permitiría autoevaluarnos para construir una cultura de reflexión y mejora continua.
¿Desde CADE Educación qué se está promoviendo en el sector?
Se está promoviendo un enfoque integral que coloca el bienestar en el centro de la gestión académica e institucional. La idea es crear una nueva cultura educativa que no solo se enfoque en el aprendizaje académico, sino que también priorice el desarrollo integral de sus estudiantes. Esto incluye atender aspectos como la salud mental, el ambiente físico de las instituciones educativas y la formación de ciudadanos críticos, creativos y orientados al bien común.
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