Una lección a partir de la pandemia es la importancia de la protección a los que menos edad y más edad tienen, dice el columnista.
Una lección a partir de la pandemia es la importancia de la protección a los que menos edad y más edad tienen, dice el columnista.

¿Lecciones a partir de la pandemia? Muchas. Una de ellas es la importancia de la protección a los que menos edad y más edad tienen. La ausencia de la educación preescolar y escolar ha convertido a muchas y muchos en cuidadores a tiempo completo. El ensañamiento del COVID-19 con los ancianos transformó a los más jóvenes en sus protectores, muchas veces a distancia.

La larga dependencia de quienes se encuentran en los extremos del ciclo vital, de los miembros activos de la sociedad, nos convierte, creo, en la única especie que se desenvuelve en una trama que entrelaza con enorme fuerza a más de dos generaciones.

Que pongamos enormes cantidades de energía en los menores hace todo el sentido del mundo. Son el futuro y hasta es una inversión egoísta a futuro. ¿Pero los que ya no producen, pero sobre todo ya no pueden reproducirse? Somos la única especie, salvo quizá las Orcas, que sobrevivimos a nuestra capacidad reproductiva.

Los niños son muy caros. Lo son durante mucho tiempo y, contrariamente a nuestros primos primates, para quienes solo la hembra cuida a las crías, nosotros hemos inventado la crianza colaborativa, en la que intervienen muchos personajes, entre ellos, esos personajes que siguen entre nosotros a pesar de su edad, vale decir, los abuelos.

Pequeños ávidos de experiencias y aprendizajes, pero que requieren de mucho tiempo para poder contribuir al conjunto, requieren de mayores que los protejan. Las demandas propias de una vida activa por parte de los adultos, necesitan un equipo, alianzas entre las generaciones y hacen de los viejos un apoyo indispensable que también requiere de protección.

Y son justamente esos extremos, los menores y los abuelos, quienes en la pandemia nos plantean dilemas y retos complejos. Los primeros porque no sabemos qué hacer con ellos sin escuelas y los segundos por su vulnerabilidad ante el COVID-19.

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