"Nos topamos con evaluaciones e instrucciones desde la educación preescolar en adelante", señala el columnista.
"Nos topamos con evaluaciones e instrucciones desde la educación preescolar en adelante", señala el columnista.

Lo que se llama feedback, retroalimentación, es dar información acerca de lo que estamos haciendo, de cómo lo estamos haciendo. Generalmente es una evaluación que nos refuerza y alienta para seguir haciéndolo bien, consolida nuestro estatus y buena reputación, nos permite avanzar en la jerarquía; o nos comunica que no, que no podemos seguir como hasta ahora, que no estamos preparados para ascender, que debemos mejorar, que hay mejores maneras de hacer las cosas.

Es algo que conocemos de sobra y en nuestra sociedad nos topamos con evaluaciones e instrucciones desde la educación preescolar en adelante, tanto en lo que se refiere a nuestros desempeños académicos, como a los otros, menos definidos, que tienen que ver con lo social. Se entiende que, en todos los casos, por lo menos es la intención, se trata de orientar, ayudar a aprender, a crecer.

Pero hay que distinguir lo anterior de las pseudo evaluaciones que están destinadas a la anónima masa de espectadores presenciales o virtuales. Los concursos mediáticos que abundan y se desparraman hacia las redes sociales incluyen jurados y podrían pasar por evaluaciones, pero lo son en el sentido más chato y general de la palabra.

En realidad, están destinados a divertir a la audiencia y obtener rating, sin mayor consideración por quien se somete a ellos, su desarrollo personal o bienestar. Y lo que publicamos en las redes sociales, muchas veces bajo el manto de una retroalimentación o juicio sobre alguien o algo, parece mucho más orientado a encontrar frases ocurrentes o hirientes para la audiencia. No tienen ningún valor educacional, por el contrario.

TAGS RELACIONADOS