¿Estamos haciendo, cualesquiera que sean los años que venimos recorriendo la vida, aquello que señala el manual de la existencia, lo que corresponde a la niñez, adolescencia?, pregunta el columnista.
¿Estamos haciendo, cualesquiera que sean los años que venimos recorriendo la vida, aquello que señala el manual de la existencia, lo que corresponde a la niñez, adolescencia?, pregunta el columnista.

Eso es lo que desea la madre de un jovencito que acaba de cumplir 18. “Porque, la verdad, hace varios meses actúa como uno de 16, no logra despegarse de mí”, me dice con una mezcla de molestia y pena.

Me quedo pensando y me vienen a la mente un par de quejas sobre la conducta de púberes, chicos de 12, cuyos padres andan preocupados por ánimos rebeldes, baja en desempeños escolares —hacen cualquier cosa fuera del Zoom, menos lo que deberían estar haciendo en el Zoom—, respuestas ariscas a profesores, antojos chatarra y subidas de peso en cuanto a la alimentación y una montaña rusa de sentimientos que echan leña al fuego de las angustias pandémicas.

En un caso el ingreso a la adultez, que parece ir en primera o hasta retroceso; y en los otros turbulencias y sobresaltos que parecen estar de más, sobre todo en los tiempos que corren.

Pero, a ver, ¿alguien está viviendo su edad en este momento? Con la mano en el pecho, ¿estamos haciendo, cualesquiera que sean los años que venimos recorriendo la vida, aquello que señala el manual de la existencia, lo que corresponde a la niñez, adolescencia, la adultez temprana, hasta todas las demás particiones del ciclo vital?

En los casos que traje a colación, ¿qué va a hacer la de 18 con su independencia?, ¿ejercerla al estilo prepandemia?, o ¿cómo se van a rebelar los de 12 fuera de los espacios en los que la rebeldía se ejercía y que ahora están vedados?

Las fases tienen que reformularse, ni modo, es lo que corresponde, pero tengamos un poco de empatía. ¿O el joven de 30 está celebrando el matrimonio que corresponde, el cincuentón que acariciaba la cima de su línea de carrera está consolidando sus contactos en conferencias y cocteles, o el sesentón está haciendo turismo y gozando de sus nietos? ¡Nadie está viviendo su edad!

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