Del 100% de las exportaciones de mango que debieran rendir más de US$200 millones por temporada, 75% de la producción viene de Piura, señala el columnista. (Foto: GEC)
Del 100% de las exportaciones de mango que debieran rendir más de US$200 millones por temporada, 75% de la producción viene de Piura, señala el columnista. (Foto: GEC)

Estamos terminando el mes de mayo más cálido del siglo XXI en la costa peruana en términos generales. El Niño Costero está produciendo una elevación de las temperaturas del aire que no veíamos desde 1997. A diferencia de aquel año, las temperaturas crecieron de abril a mayo. Este año han decrecido. Si continúan decreciendo se abre una oportunidad a tener un atisbo de invierno atenuado. Si no lo hacen, el invierno será inusualmente cálido. Como no lo ha vivido una generación completa de peruanos.

Uno pensaría que el gran daño a la economía producido por El Niño Costero este año, es la enorme destrucción de infraestructura pública y privada que hemos podido observar entre febrero y abril. Sin embargo, un silencioso, lento, pero carísimo perjuicio es el que causan las inusuales temperaturas del mar; hoy claramente contagiadas al aire de la costa.

Piura es una región que produce mucho arroz. Este año lo hizo y mucho mango, además. En 1997 con una temperatura mínima media entre 20°C y 21°C en la ciudad de Piura entre el otoño y el invierno, los campos de cultivo de mango no pudieron acumular la cantidad mínima requerida de noches frías para que el árbol empiece a producir en su desarrollo biológico, la transformación de sus yemas en flores de mango. De las cuales se desarrollarán las frutas que todos comemos en los primeros meses del año; que son los que estacionalmente nos brindan este cultivo. Piura está cerrando un mes de mayo muy cálido; con temperaturas mínimas iguales a las de mayo de 1997.

Del 100% de las exportaciones de mango que debieran rendir más de US$200 millones por temporada, 75% de la producción viene de Piura, 17% de Olmos-Motupe en Lambayeque y un 8% de Casma según la APEM que congrega a toda la cadena exportadora. La misma que está fundamentalmente compuesta por pequeños productores.

Siempre según APEM, en el caso de Piura se estima que las lluvias recientes y ciertas áreas donde las yemas ya están mostrando brotes vegetativos (los que no derivan en flores y vuelven improductivo al árbol para la campaña en curso) suman ya un 20% de las áreas cultivadas. Un 30% tiene poca proclividad a desarrollar una saludable floración si el frío no empieza a mostrarse en las próximas 3 o 4 semanas. Para el 50% restante queda julio y agosto como última ventana para acumular frío y forzar una floración productiva.

Así las cosas, en un punto medio entre un escenario adverso (con las temperaturas entre el otoño e invierno similares) y un escenario favorable, con una continua atenuación de El Niño Costero frente a Piura (que tiene la dificultad de tener una gruesa columna de agua caliente frente a la costa en las capas superiores del océano), una significativa reducción en la producción de mango debería esperarse este 2023. Eso se suma a los casi $1,000 millones que nos puede costar no tener temporada de otoño de pesca de anchoveta. Hay más por sumar.