(Foto: Difusión)
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Ahora que cae el telón de 2023, algunas reflexiones sobre lo que nos ha tocado vivir en materia climática. Sin ninguna duda, la explosiva transición de La Niña a El Niño, con un muy fuerte sesgo costero, es lo que ha marcado el verano 2023. Como siempre, El Niño Costero ha llegado con furia y esto se tradujo en un penoso cuadro de inundaciones y destrucción en la costa norte y centro. Fue una suerte –dentro de la desgracia– que el evento haya empezado tarde en la segunda mitad del verano. Pero ese beneficio significó un invierno cálido que trajo mucho perjuicio económico.

Hace poco, uno de los mejores científicos peruanos en ciencias atmosféricas, José Manuel Gálvez, hacía notar que los Niños Costeros de 2017 y 2023 fueron precedidos, pocos meses antes, de calentamientos del mar frente al norte de Chile y sur de Perú. Un tema que él viene investigando. Algo a lo que habría que atender. Hoy hay agua sobreenfriada en esa zona y se podría esperar –como lo muestran algunos modelos climáticos– que aguas frías reemplazarán a las de El Niño Costero antes de que termine el verano.

No en vano ENFEN, que hace dos meses asignaba 50% de probabilidad a la ocurrencia este verano de un Niño Costero fuerte o extraordinario, hoy asigna 51% de probabilidad a un Niño débil o sencillamente condiciones neutrales sin Niño. Un vuelco total para la temporada de verano que empieza en condición débil.

Pero lo que realmente nos sacó del peligro de un verano catastrófico en lluvias y huaicos es el Anticiclón del Pacífico Sur. El sistema de vientos en la costa recuperó sus facultades al término del invierno y se mantiene hasta hoy socavando el calentamiento del mar y evitándonos el peligro –para el cual no estamos mínimamente preparados– de un verano brutal en lluvias y huaicos en la costa.

Estos últimos días, lluvias menores, pero repetidas, han afectado a la costa norte y central, además de producir precipitaciones importantes en la sierra y selva. Estas lluvias que pronto se atenuarán obedecen a la presencia de una condición llamada la fase activa (o divergente) de la Oscilación Madden Julian. Esta condición genera una facultad en la atmósfera (el aire que nos cubre) para que aquel ascienda con facilidad. En época de calor como es el verano, el aire húmedo que sube por la atmósfera forma importantes nubes de lluvias.

Con todas las dificultades, la atenuación de El Niño Costero permitió retomar la pesca industrial y ha favorecido a la agroindustria. Ambas actividades mueven gran parte de la economía formal de la costa.

Esperemos que el 2024 venga con agua en la oportunidad y en los lugares correctos: las altas cumbres cordilleranas.

Feliz año.