El impacto en los últimos días de otro severo potenciamiento del anticiclón sobre el tiempo en Lima ha castigado con firmeza las altas diferencias que separaban las temperaturas que estábamos observando de las que debieran verse, señala el columnista. (Foto: Agencia Andina)
El impacto en los últimos días de otro severo potenciamiento del anticiclón sobre el tiempo en Lima ha castigado con firmeza las altas diferencias que separaban las temperaturas que estábamos observando de las que debieran verse, señala el columnista. (Foto: Agencia Andina)

Hay un irresistible deseo muy generalizado tanto en la comunidad científica como en la periodística de que un evento masivo de El Niño acabe por dominar los próximos meses el clima planetario como ya lo ha hecho en la costa de Perú.

Valgan verdades, en este momento no hay un evento El Niño en el Pacífico. Cierto es que los indicadores climáticos conducen progresivamente a que aquel termine por gestarse (palabra diferente a desarrollarse) en las próximas varias semanas.

Asumiendo que la proximidad de los valores de las temperaturas del mar a lo largo del Pacífico Ecuatorial al umbral de El Niño; parece inminente que un nuevo Fenómeno de El Niño o Niño global se desarrolle.

Con la misma humana ansiedad que un hincha de fútbol quiere ver el mejor de los partidos; un periodista ávido de noticias querrá vivir y contar que estuvo en el Gran Niño del año tal o, igualmente, un buen meteorólogo ver desarrollarse a El Niño a su extrema plenitud. Es natural y es así. Yo lo he visto muy de cerca.

¿Y por qué menciono esto? Porque empieza a aparecer un sesgo muy evidente a conducir a los agentes políticos, sociales y sobre todo económicos, en dirección a una crisis climática respecto a cuya certeza hay tanta solidez como la de un tallarín hervido. No la hay.

En esta columna, y respecto del Anticiclón del Pacífico Sur que empezaba a mostrar señales de fortalecimiento el 22 de abril, escribí lo siguiente: “Con un Anticiclón activo; solo podemos anticipar que el otoño resultará siendo claramente más cálido que lo habitual. Nada más. Del invierno, ya veremos.”

El impacto en los últimos días de otro severo potenciamiento del anticiclón sobre el tiempo en Lima ha castigado con firmeza las altas diferencias que separaban las temperaturas que estábamos observando de las que debieran verse. Esta semana, esas diferencias o anomalías se han reducido.

Ya no hay un exagerado calentamiento en la mitad sur de la costa, incluida Lima. En la mitad norte sí lo hay. No obstante el avance de la estacionalidad fría.

Esto no es 1997. Cada día tengo más dudas respecto del invierno y de que realmente el Fenómeno de El Niño o Niño Global que se cierne sea tan severo como los grandes episodios de 1982-1983, 1997-1998 o 2015-2016 en todo el conjunto del Pacífico.

Para mayor abundamiento técnico. La Oscilación Decadal del Pacífico (PDO) fue de -3.05 en abril uno de sus 3 menores valores mensuales de los últimos 70 años. Los grandes episodios de El Niño han sido en terreno positivo de la PDO; salvo 1972-1973 donde no obstante ser negativo, El Niño tuvo que dar batalla y no alcanzó la magnitud de sus hermanos mayores.

Dato interesante: las lluvias del verano de 1973 en la costa norte se apagaron entre enero e inicios de febrero. No me extrañaría que para Perú lo peor haya pasado. Ya veremos, pero estemos preparados.

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