"El megapuerto de Chancay es una apuesta estratégica de China para Latinoamérica, pero si somos inteligentes este podría atraer inversiones de Estados Unidos que siempre buscan contrarrestar la influencia del gigante asiático". (Foto: GEC)
"El megapuerto de Chancay es una apuesta estratégica de China para Latinoamérica, pero si somos inteligentes este podría atraer inversiones de Estados Unidos que siempre buscan contrarrestar la influencia del gigante asiático". (Foto: GEC)

Desde los albores de la civilización, la historia humana ha estado marcada por un constante cambio en las estructuras de poder global. Durante siglos, imperios como el romano, el persa, el mongol y el británico dominaron vastas regiones del mundo, imponiendo su voluntad y ejerciendo un control casi absoluto sobre los pueblos que conquistaban, pero siempre en regiones aisladas.

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La llegada del siglo XX y sus guerras mundiales deja a los imperios europeos debilitados y confirma la hegemonía gringa. Esto da paso a un peculiar periodo de bipolaridad de la Guerra Fría, donde Estados Unidos y la Unión Soviética luchaban por la supremacía ideológica y política, representando el capitalismo y el comunismo respectivamente.

Con el colapso de la Unión Soviética, muchos pensaron que la nueva batalla global se daría con China, pero la realidad ahora es más compleja. Vivimos ahora en un mundo multipolar de alianzas imperfectas altamente cambiante. La tecnología, el cambio climático y la conectividad hace que un mismo aliado en un frente pueda ser un enemigo en otro.

Por ejemplo, Australia se considera un socio estratégico de Estados Unidos, alojando bases militares gringas y compartiendo inteligencia al más alto nivel. Sin embargo, la economía australiana está mucho más amarrada a China, que es su principal fuente de exportaciones (y turistas). Es un baile delicado que ahora las naciones deben hacer entre poderes globales y regionales.

Perú no es ajeno a estos dilemas, pero también entender este escenario geopolítico puede generar muchas oportunidades. El megapuerto de Chancay es una apuesta estratégica de China para Latinoamérica, pero si somos inteligentes este podría atraer inversiones de Estados Unidos que siempre buscan contrarrestar la influencia del gigante asiático.

En este nuevo mundo, la diplomacia, el diálogo y la astucia serán cruciales para promover la estabilidad a nivel local.

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