"Somos un país con un bajo nivel de lectura, con más adeptos a las redes sociales y a programas sin contenido saludable". (Foto de Antonin UTZ / AFP)
"Somos un país con un bajo nivel de lectura, con más adeptos a las redes sociales y a programas sin contenido saludable". (Foto de Antonin UTZ / AFP)

Con el avance de la , el análisis del neuromarketing, la neurociencia y como se analiza hoy el cerebro, hemos visto un deterioro en el nivel cognitivo de la gente ante los estímulos de entretenimiento.

Somos un país con un bajo nivel de lectura, con más adeptos a las redes sociales y a programas sin contenido saludable, porque el “circo le gusta a la gente”. En la antigua Roma se hacía luchar a gladiadores, matar a cristianos por leones y la gente disfrutaba de la crueldad al punto que hasta participaba decidiendo, con la bajada del dedo, si la persona vivía o moría.

Parece que hoy hemos retomado a esa bajada de dedo, pero al contenido de mayor provecho en la salud mental, al de entretenimiento con calidad, etcétera. Para los medios de comunicación y las redes sociales, el contenido debe ser popular y entretener a las masas. Hay quienes dicen que los medios están para dar chatarra, que te divierta con la burla, el chisme, las infidelidades, el morbo, el sensacionalismo, la “farándula barata”.

Hasta hemos presenciado medios serios, como el decano de la prensa, que han sucumbido a esta popularidad, desnaturalizando su posicionamiento en las redes sociales y convirtiéndose en uno más de farándula. La radio y televisión ven al rating como el amo y señor del contenido, porque la masa es lo importante y eso es lo que vende.

Un reciente estudio de Datum sobre la salud mental colocaba al Perú en el penúltimo lugar de toda América con casi 60% de las personas que manifestaban que esa salud estaba mal y deficiente.

Es responsabilidad de cada uno, dirían muchos, administrar el contenido y lo que consume cada miembro de la familia, pero en un país en crisis, en donde no hay muchos elementos de distracción, el contenido más fácil es el que está a la mano, en los medios masivos y las redes sociales.

Es importante que las empresas auspiciadoras de estos contenidos también pongan como filtro no solo lo popular sino también un contenido que nutra, que genere reflexión y que ayude con menos toxicidad a nuestros jóvenes de hoy.

Es hora que los medios analicen su rol desde la problemática social que sufre el país, que las instituciones como la SNRTV empiecen a poner el dedo en la llaga, buscando generar medidas éticas y no solo una autorregulación que no se va a dar en momentos de crisis. Que la sociedad en conjunto se dé cuenta de que debe someterse a una dieta de contenidos tóxicos por salud mental.

No hagamos de nuestras pantallas, radios, diarios, redes sociales, que lo cuantitativo sea la única medición que defina el auspicio. Pongamos una autorregulación que no solo debe venir de los medios sino de toda la sociedad en su conjunto, porque lo popular no debe justificar el contenido.

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