Oportunidades de oro. (Foto: Comex Perú)
Oportunidades de oro. (Foto: Comex Perú)

Con el alza en la cotización internacional de los principales metales que exporta el Perú, especialmente cobre y oro, sorprende que el Gobierno no haya lanzado hasta ahora un plan para destrabar los proyectos que se tiene en cartera. No son pocos, pero podría decirse que están fondeados, pues no hay señales de que se les priorice para que salgan adelante.

Y esto ocurre, justamente, en un año en que el Perú podría sacar gran partido de las fluctuaciones en ese mercado. Sin ir demasiado lejos, los proyectos de explotación de cobre en nuestro país suman más de 20 y ahí los tenemos en las oficinas del Estado, moviéndose a paso de tortuga.

Las intenciones del nuevo ministro de Energía y Minas, Rómulo Mucho Mamani, son tan buenas como sus calificaciones profesionales, con lo cual tenemos razones entonces para insistir en que las buenas noticias en ese sector comiencen a llegar.

Se necesita superar la velocidad de crucero para poder aprovechar la ola que nos favorece. Si el cobre es una de nuestras fortalezas, es el momento de prestarle toda la atención posible al tema para que los prospectos se hagan realidad en el plazo más corto posible. La ventanilla única digital, por ejemplo, lanzada recientemente por el Minem, ya debería estar agilizando y reduciendo los trámites de las inversiones mineras.

En tanto, el tema más grave es la inseguridad, la amenaza permanente de la minería ilegal. En La Libertad, por ejemplo, se han producido hace poco sucesivos episodios de violencia –léase Pataz– alrededor de estas actividades, al punto que se ha tenido que declarar el estado de emergencia en la zona, pues los ataques a los empresarios formales son recurrentes.

Pero esta minería que opera fuera de los márgenes de la ley y que genera un sinfín de negocios delictivos asociados a ella se están enquistando asimismo en regiones amazónicas como Madre de Dios, Huánuco, San Martín, Amazonas y Loreto, donde el brazo de la ley es extremadamente corto y la presencia del Estado es casi simbólica.

Este sombrío panorama espanta a cualquier empresario aurífero que quiera invertir con apego a las normas y, sobre todo, generando divisas para el Perú con sus impuestos.

El Ejecutivo tiene, pues, una tarea perentoria que cumplir. De lo contrario, esta coyuntura económica favorable no será más que otra oportunidad perdida para el país.

Perú21 ePaper, y pruébalo gratis.